Circular a Peña Negrilla por el Hayedo de Las Canalejas y el Hayedo de la Hoyada
Fecha de la actividad: domingo, 30 de diciembre de 2018
Lugar de salida: Pista por encima de Aldehuela de Ágreda (1192 m)
Objetivo: Peña Negrilla (2117 m)
Desnivel positivo acumulado: 933 metros
Distancia y tiempo empleado: 12.4 km (unas 5h40′)
Archivo GPS (con el recorrido, click para descargar): TrackGPS
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Hayedos del Moncayo • Hayedo de Peña Roya • Moncayo por los Gendarmes
La Ruta
Hace relativamente poco se “abrió” al público el hayedo de la Hoyada, en definitiva, se alargó el recorrido que ya existía en este hayedo hasta salir arriba a una cabaña pastoril, y de allí poder visitar unas antiguas neveras. Se ha denominado Senda de Los Neveros.
Así que, ni cortos ni perezosos nos vamos a conocer este “nuevo” hayedo del Moncayo, para lo cual ideamos un itinerario circular que recorriendo el Hayedo de Las Canalejas, nos permitirá subir al Collado de Castilla para ascender a la Peña Negrilla y al Cerro Cagalobos, para luego descender a las neveras de Los Cejos y tras alcanzar la cabaña pastoril, bajar a descubrir el Hayedo de la Hoyada.
Quedo en Ágreda con Félix con la intención de tomar un café y continuar en un solo coche al punto de inicio de la ruta.
Salimos de Ágreda, por la carretera SO-P-2109, en dirección a Aldehuela de Ágreda, pasado el kilómetro 4, estaremos pendientes de una curva, a la izquierda de la carretera, con cruce con varias pistas forestales, seguiremos por la que continua recto. Aparcaremos el coche tras recorrer un par de kilómetros por la pista, a la altura de una caseta.
Nos calzamos las botas, y caminando continuamos por la pista. Al poco nos desviremos a la derecha por una nueva pista. Esta pista recorre el Hayedo de Las Canalejas (PRC-SO 79 «Hayedo del Moncayo»), que aún siendo invierno, y ya sin hojas, está espectacular. Este hayedo ya lo habíamos visitado en una ocasión anterior, en un itinerario que nos lleva desde Agramonte hasta Vozmediano (click para ver la actividad).
Continuamos por la pista, ascendiendo muy suavemente, hasta tomar un desvío, a nuestra derecha. Ahora por sendero, la pendiente crece y ganamos metros más rápidamente. De este modo llegamos al barranco de Agramonte, que baja del Collado de Castilla. Una vez al otro lado, nos encontramos con una amplia curva de la pista que recorre el Hayedo de Peña Roya (click para ver la actividad).
Justo pasamos la curva, por el ramal de arriba, nos desviaremos por un sendero, que continua ascendiendo por el hayedo. La fuerte pendiente nos hace ganar metros rápidamente. Pronto el hayedo da paso al pinar, pasamos junto a los restos de una antigua majada, y más arriba el sendero empieza a entrar y salir del bosque.
Pasamos junto al gran hito que marca el sendero que lleva al Santuario del Moncayo y ya seguimos por terreno conocido hasta el Collado de Castilla.
Una vez en el collado giramos a nuestra derecha, en dirección contraria al Moncayo, para ganando metros poco a poco, alcanzar la cima de Peña Negrilla (2117 m).
Tras unas fotos continuaremos hacia la otra cima de Peña Negrilla o Cerro Cagalobos (2077 m)
Desde la cima del Cerro Cagalobos, vemos una definida línea, abajo, a los pies del cerro. Bajaremos en su dirección, primero campo a través, luego siguiendo un leve sendero marcado por hitos. Cuando alcanzamos la “línea”, comprobamos que han limpiado el terreno con alguna máquina desbrozadora, hasta salir a la pista de Los Cejos.
Una vez en la pista, giraremos a nuestra derecha y continuaremos por ella. En esta zona es en la que podemos intuir la existencia de unos neveros, o pozos de hielo tradicionales.
¿Qué son los neveros? (Fuente: cartel a la entrada del hayedo)
Se trata de una estructura que servía para almacenar la nieve del invierno. Ésta era comprimida hasta convertirla en hielo. Eran los lugares donde de “fabricaba” el hielo. Debido al emplazamiento y la construcción, hacía que se mantuviera intacta hasta el verano. Llegada la época estival se utilizaba para enfriar líquidos y conservar los alimentos. «Es por tanto un precursor, gigante y natural, de nuestras actuales neveras».
El total de los pozos o neveros practicados en Los Cejos es de cuatro, diferentes en cuanto a capacidad de almacenaje de nieve, oscilando entre los nueve metros de diámetro el mayor, hasta los seis metros el menor. El lugar elegido para su construcción cumplía con las exigencias de rigor: lugar seco y frío, y no húmedo, ya que el exceso de agua en sus proximidades podría perjudicar la nieve almacenada en el pozo.
Cuando comenzaban las nieves, el encargado de los neveros contrataba cuadrillas para su recogida y su introducción al pozo. Era llevada hasta la puerta mediante capazos o haciendo bolas si es que lo permitía la pendiente. La labor más ardua comenzaba en el fondo del pozo, donde los peones allí situados pisaban y endurecían la nieve con pisones hasta convertirla en hielo, de capas de cuarenta o cincuenta centímetros, que se separaba con paja, que hacía de aislante. Anteriormente, en la base, habían colocado tablas, sarmientos o ramas con el fin de permitir con facilidad la salida del agua derretida y que la carga de hielo no tocara con ella.
Tras pasar todo el invierno, una vez cortados los pedazos de hielo con una pala cortante, se sacaban a la superficie por medio de un garfio de hierro y un torno o polea accionado a mano, y se trasladaban rápidamente, y envueltos en paja (mal conductor del calor), y de noche, a las ciudades.
Además de la conservación de alimentos, refrescar bebidas y hacer helados, se empleaba con fines terapéuticos y culinarios: se usaba contra las fiebres, para rebajar las inflamacionesen las fracturas, para cortar las hemorragias, y mezclando el agua de nieve con unas gotas de aceite para las quemaduras y sabañones.
A partir de 1870 se inició la decadencia. La industria se desmoronó con la aparición de las primeras máquinas productoras de hielo, ideadas por Tellier, inventor del frío industrial.
Continuamos por la pista hasta su finalización en un llano a modo de rotonda, suponemos habilitado para que giren los coches, estamos a 1856 metros de altitud, ¿de verdad es esto necesario?
Desde aquí comenzamos el descenso, no sin antes detenermos unos minutos en una cabaña de piedra, en la que han colocado un banco metálico. El lugar tiene su encanto y el banco al sol bien merece un descanso.
Continuamos, primero por pastizales de altura, luego por pinar, seguiremos las marcas azules y blancas que nos devolverán al coche. Seguimos caminando por un “sendero” desbrozado y casi rectilíneo, en el que no se hace ni una sola lazada. Los metros se descienden muy muy rápido y, eso unido a que esta parte del recorrido se encuentra en la umbría de la montaña y está todavía helada, dificulta el caminar, la escarcha nos obliga a pensar cada paso para evitar darnos un buen resbalón.
Según descendemos, vamos viendo las primeras hayas y así el pinar dará paso al Hayedo de La Hoyada. En la parte alta, las hayas son de pequeño porte, parece que poco a poco van ganando terreno al pinar. El sendero continua descendiendo muy fuerte, a veces cuesta pensar que estamos recorriendo un sendero, suponemos que con el tiempo, el paso de los senderistas, definirá mejor el camino.
Hay un momento en el que la pendiente se suaviza muy claramente, coincide además en una zona donde el sendero se ensancha de tal manera que parece una pista, parece que este camino ya existía y es desde este punto desde el que han querido reabrir el hayedo hasta la cabaña de arriba y la zona de las neveras.
Si hasta ahora, las características del terreno no nos han dejado disfrutar del hayedo, de repente todo cambia, y se nos hace corto este tramo del recorrido, pasa demasiado pronto, enseguida salimos del hayedo a una zona de arbustos junto al barranco de los Prados, y desde aquí al cartel que informa del hayedo y el coche.
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